Tras múltiples fumatas negras por votaciones inútiles, por último los fieles congregados en la Plaza de San Pedro reciben con alborozo la fumata blanca que señala que «Habemus Papam». Mas el nuevo papa se hunde frente a la responsabilidad adquirida, con lo que la curia vaticana decide contratar a un siquiatra para asistir al nuevo pontífice.